Presentación del proyecto

Un equipo sanitario, formado por personal del CHUAC, centros de salud de primaria y especializada de A Coruña, Complexo Hospitalario Xeral – Calde de Lugo y Arquitecto Marside de Ferrol, proporciona asistencia sanitaria especializada quirúrgica, de consulta y formativa en los municipios de Murra, Quilalí , Wiwilí y Ocotal, en el departamento de Nueva Segovia (Nicaragua). Tres mil personas se ven beneficiadas por este proyecto sanitario de cooperación internacional con una década de experiencia.

Agareso y Solidaridade Galega visibilizan en este Diario de A Bordo la promoción de calidad sanitaria en este país centroaméricano.


viernes, 19 de noviembre de 2010

La milagrosa

Eduardo Castro
Antía González, Puerto Cabezas (Nicaragua).- Hace aproximadamente doce años que se instaló en el “Hospital Nuevo Amanecer” de Puerto Cabezas, una cámara hiperbárica para tratar la enfermedad por descompresión.
Esta enfermedad se produce cuando un organismo que ha incorporado un exceso de nitrógeno por una exposición a presiones superiores a las normales, se despresuriza súbitamente. La situación es idéntica a cuando se destapa una Coca-Cola agitada. Se libera una gran cantidad de gas, que forma espuma y desborda la botella. Si esa botella se abriese con extremada delicadeza no se escaparía ni una gota de su contenido. 
La enfermedad por descompresión es el resultado de toda esa espuma formada por el exceso de nitrógeno acumulado durante la inmersión y liberado en los tejidos del buzo cuando emerge a la superficie de una forma excesivamente rápida. Las burbujas rompen sus tejidos, obstruyen sus venas y provocan la formación de trombosis, trastornando severamente el funcionamiento de los órganos.
La cámara hiperbárica permite regresar rápidamente a la presión de partida, comparable al ambiente del buzo sumergido, y obliga al contenido gaseoso a redisolverse en el entorno. Si además se administra oxígeno al buzo recomprimido, el nitrógeno se ve obligado a escapar con la respiración. Una recompresión a tiempo puede evitar la aparición de lesiones tan graves como una paraplejia por sección medular, un edema de pulmón o una trombosis cerebral.
Este procedimiento se denomina oxígenoterapia hiperbárica (OHB) y es el tratamiento idóneo de la enfermedad por descompresión. Sin embargo, éste debería ser un accidente excepcional en el mundo del buceo, puesto que toda actividad subacuática dispone de los medios para evitar que se produzca.
Eduardo Castro
Un buzo cualificado debe saber a qué profundidades y durante cuánto tiempo debe hacer las paradas de descompresión suficientes para que el nitrógeno acumulado durante la inmersión pueda abandonar el organismo a través de la respiración. Así, toda inmersión concluiría con unos niveles de nitrógeno que permiten exponerse a la atmósfera sin ninguna consecuencia patológica.

Los buzos de Puerto Cabezas no lo saben por falta de formación. Lo que sí saben es que existen riesgos al practicar el buceo, porque ven como muchos de sus compañeros quedan lesionados de por vida tras una mala praxis. Sin embargo, nadie les ha explicado por qué.
Tras un accidente, se manda a los buzos directamente a la cámara hiperbárica. Ésta es tanto más efectiva cuanto más precoz es el tratamiento tras el incidente. Ellos tampoco lo saben y, en muchos casos, se les sigue metiendo en la cámara a lo largo de varios días. Muchos de los buzos que entran en la cámara tras ese periodo, experimentan una mejoría al salir: se sienten con más fuerza, incluso pueden llegar a caminar cuando antes de entrar apenas podían moverse.

Eduardo Castro
En realidad la cámara hiperbárica ideal es la que no se utiliza. El mejor método para evitar la enfermedad por descompresión es una prevención adecuada y los buzos de Puerto Cabezas tienen que saber que esa mole de hierro sólo les va a ayudar si ellos ponen de su parte una adecuada formación y un escrupuloso respeto a las normas del buceo. Incluso así, la recompresión sólo será eficaz si se actúa a tiempo. Para evitar todo esto, sólo hay una solución: saber cómo se bucea.

Buceo mortal

Eduardo Castro
Antía González (Puerto Cabezas, Nicaragua).- El municipio nicaragüense de Puerto Cabezas pertenece a la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN). Con Bilwi como capital y situada en la costa del Caribe, cuenta con una población de más de 30.000 habitantes en el que se habla, indistintamente, el español, el inglés, el creole y el miskito. Éste último es el que más se utiliza entre la población indígena de la región. La población miskita tiene una estrecha relación con el agua. Los medios fluviales que habitan son los proveedores de sus medios de subsistencia, lo cual determina la mayoría de sus características culturales.
La pesca es la principal fuente de ingresos de esta región. Los miskitos de la RAAN han capturado desde siempre pescado y marisco por distintos procedimientos, como la construcción de nasas o el buceo en apnea. Sin embargo, desde mediados del siglo XX, se introdujo el buceo con aire comprimido como uno de los métodos más habituales de pesca, especialmente para la captura de langosta.
Para este tipo de buceo se requiere un equipo complejo: un tanque de aire comprimido, un regulador y compresores, donde se rellenan los tanques con aire a presión. Se exige también una formación técnica especializada, lo que hace que esta actividad esté sujeta a una rigurosa normativa legal por todo el mundo que no siempre se cumple. Desde hace 25 años, se han desarrollado medios para poder trabajar bajo el agua conociendo las limitaciones del cuerpo humano y para saber adaptarlas a las condiciones subacuáticas.

Eduardo Castro
Por este motivo, la situación de la RAAN en materia de buceo por descompresión es una auténtica tragedia. Miles de personas practican el marisqueo en inmersión con aire comprimido sin ningún tipo de formación, acreditación, protección sanitaria ni garantías técnicas. Además, los equipos con los que cuentan son inadecuados. Como consecuencia de ello, los accidentes y enfermedades derivados de este tipo de buceo son frecuentes e incalculables.
Eduardo Castro
Solidariedade Galega, alertada por la ONG nicaragüense FUNDEMUNI-ILLS y en colaboración con la Universidad de URACCAN, el MINSA (Ministerio de Salud) y diversas asociaciones de buzos locales ha puesto en marcha una campaña de apoyo y sensibilización enfocada a paliar, dentro de sus posibilidades, esta tragedia que en los últimos 35 años se ha cobrado la vida de más de 100 personas y que ha dejado más de 150 lesionados medulares, la mayoría de ellos postrados en sus camas o en una silla de ruedas para el resto de sus vidas.

martes, 16 de noviembre de 2010

Carta abierta


Loreto Costa, (Ocotal, Nicaragua).- “Por esos mismos lugares donde no llegan los médicos, cruza al galope la muerte. Va y viene la desesperanza”, recitó Jorge Calderón en nuestra despedida. Sin embargo nosotros nos llevamos todo lo contrario. Sus ganas de vivir en un mundo más justo, su capacidad para superar el sufrimiento sin alzar la voz, su sencillez, dignidad y agradecimiento.

Para mi tiene un gran valor que nos hayan regalado sus sonrisas, abrazos y cariño… pero sobre todo, valoramos su confianza. En estos días decenas de personas han superado su pudor para desnudar sus vidas ante nosotros. Captamos sus historias con la cámara y el bolígrafo, pero también se nos han quedado en la retina imágenes imborrables.

El rostro iluminado de Arling con sus nuevas gafas, la sonrisa de Anielka al poder leer,  la alegría de los niños en el colegio de Murra por un simple cepillo de dientes, la entrañable Rita, la entereza de Flavia, la primera sonrisa que desdibuja el gesto serio de Katerín, los preciosos ojos de Isai o la emoción de ver nacer un bebé cuyo nombre desconoceremos.

Niños, mujeres y ancianos nos han hecho partícipes de sus penas y su miseria. Encerrados en la pobreza extrema, presos de un destino cierto. Hay barrotes mucho más difíciles de romper que los de la fotografía, como los que delimitan  las desigualdades. Soy consciente de que lo que hacemos apenas cambiará nada, pero sólo si tienes el coraje de perseguir tus sueños, pueden hacerse realidad.

En esta reflexión final no quiero dejar pasar la oportunidad de felicitar y agradecer la cálida acogida y enorme colaboración de los integrantes de la brigada española de Solidariedade Galega desplazados a Nueva Segovia. Sin su apoyo este proyecto no podría haberse llevado a cabo.
Además de su gran profesionalidad y dedicación, poseen una calidad humana excepcional. Dedican tres semanas de sus vacaciones a trabajar para los demás, sin pedir nada a cambio. Su beneficio es  ayudar a mejorar la salud de las personas que más lo necesitan, que menos recursos tienen. Y lo hacen siempre con una sonrisa en los ojos, una palabra amable en los labios y una entereza que impide el desaliento, a  pesar de las dificultades que se encuentran a diario.


Pilar, Mónica, Marta, Puri, Teruca, Fina, Minuca, María, Carmen, César, Arturo, Juan y Enrique. Muchísimas gracias por una experiencia vital inolvidable.


Hago extensible también este reconocimiento a  Haydée y Lidia, del Instituto de Liderazgo Las Segovias, y al personal médico nicaragüense como Judith, Dinora o Luis Carlos, que nos han ayudado y proporcionado historias de gran valor humano. Por supuesto no me olvido de Juan, Natalia, Alex, Roi y el resto de agaresianos y amigos que desde el otro lado del océano  nos arropasteis, facilitándonos mucho la difusión de este blog.

El futuro no lo marcan las estrellas



Loreto Costa (Ocotal, Nicaragua).- Lo más probable es que las trillizas María Elisa, María Leticia y María Patricia nunca conozcan a su padre. Carlos Vázquez, un chico de 20 años, abandonó a su madre al saber que estaba embarazada. Llevaban juntos tres meses. El fue su primer novio. Blanca Nubia parió con 14 años en el hospital de Ocotal. Las bebés nacieron con poco peso, en agosto, por lo que tuvieron que permanecer ingresadas dos meses y medio. Hoy les dan el alta. En el centro hospitalario no hay incubadoras. Dormían las tres en una camita, al lado de su madre, en una vieja habitación llena de pacientes de distintas edades. Como son de Wiwilí (a unas cinco o seis horas en autobús) Blanca Nubia y su madre permanecieron todo este tiempo en el hospital. La abuela de las criaturas dormía sentada en una silla de madera, mientras que la mamá se hacía un ovillo para entrar en una cama de las dimensiones de la de sus hijas.

Al que si conocerán las trillizas es a su “padrino”. El doctor Lopes está buscando medios económicos para ayudar a esta chiquilla, que vive en la extrema pobreza. Me contó que el podría ayudar a mantener a una de las niñas, pero no a las tres. Está en el último año de estudios de medicina y su sueldo no da para más. Va a hablar con la iglesia para que le ayuden a hacer una colecta, que le permita comprar leche para las bebés y arreglar la casa con las mínimas condiciones de habitabilidad.

“Quería pedirte un favor”, me dice ya en el exterior del hospital. “¿Podrías hablar con el personal de la brigada española o con gente de tu país para apadrinar a las niñas, por lo menos hasta que cumplan unos cinco años?”. Su propuesta me dejó sin palabras. No quería darle esperanzas prometiendo algo que, a lo mejor, no podía cumplir. Pero tampoco rechazarla sin valorar bien las posibilidades de llevarla a cabo. Al no haber una ONG especializada en apadrinamientos por medio,  tenía dudas de cómo podría hacerse llegar esa ayuda económica a las niñas con un mínimo de garantías. En definitiva, que no se quedara por el camino.  Así que le pedí al joven doctor que contactara conmigo por mail una vez analizada la situación y las vías para poder realizar el apadrinamiento. Yo le di unos córdobas a Blanca Nubia y me comprometí a hablar con los demás y divulgar esta historia.

También le pedí que me mantuviera informada sobre las necesidades del bebé Asensio, que habíamos visto nacer. “No te preocupes, el no tendrá problemas para criarse bien. Su familia es de posibles, tiene vacas”.

Esta expresión me retrotrajo a mi infancia, a las historias que me contaba mi madre de la posguerra. Ella no pasó hambre porque mis abuelos tenían vacas y un horno. Mi padre no tenía tanta suerte así que ella le pasaba pan a escondidas. Ese recuerdo familiar me hizo pensar en lo distinta que puede ser la vida de una persona dependiendo del hogar en el que nazca.

El futuro de estas tres preciosas trillizas está marcado de antemano, no por las estrellas ni las cartas, sino, simplemente, por haber nacido en una familia pobre. Que sea en Nicaragua o en Europa, es lo de menos.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Cambiar una vida

Loreto Costa (Ocotal, Nicaragua).- Con tan solo cinco años Yeudi pasará por tercera vez por el quirófano. Nació con los pies zambos y caminaba apoyándose en la cara externa del pie, prácticamente con el tobillo.

La conocimos jugando en el pasillo del hospital de Ocotal. Es una niña despierta y muy sociable, menos vergonzosa que otros pequeños. Como a casi todos los niños le encanta que le haga fotografías y verse en ellas. Hacemos varias antes de ponernos a dibujar. Al regalarle una caja de colores se la acerca al pecho con una gran sonrisa diciendo “qué bonito”.

La operación de la niña está programada para las doce y media pero su madre intenta que se adelante “porque su hija tiene hambre y no puede estar tantas horas sin comer”. César le explica que ella decide pero “el hambre se pasa comiendo, los pies no. Piénselo bien. Ya se fue hace dos días por ese motivo y sinceramente creo que vale la pena que la niña pase hambre unas horitas por una operación que le puede cambiar la vida.”
 
Yeudi entra en el quirófano tranquila, en el colo de María. Con voz dulce la enfermera la va preparando para la operación. Al ponerle el saturímetro en el dedo (es una especie de pinza que sirve para controlar el nivel de oxígeno en sangre) la niña se pone a jugar, igual que con el balón de anestesia. María y Carmen le dicen que es una chimbomba (globo) que tiene que inflar. 

Yeudi sonríe y agarra la mascarilla. Sin embargo su cara cambia al ver que Enrique tiene una jeringuilla en la mano. “Yo no quiero eso”, dice. Al acostarla en la camilla rompe a llorar.

Con ese llanto se despierta de la anestesia dos horas después. Solo está su madre para intentar calmarla, pero Yeudi llora desconsolada reclamando a su madre. Juan, César y Arturo nos comentan que no tiene dolor y que la operación ha sido un éxito aunque más compleja de lo previsto inicialmente.

El llanto de Yeudi contrasta con la serenidad de Katerine. Tiene 8 años y ha sido operada de las rodillas. Arturo nos la presenta en la habitación de planta donde está ingresada. Un cuarto de paredes descascarilladas y camas metálicas que enfrían un ambiente cargado de emociones y sufrimientos.

En él comparten espacio, niños y mayores de ambos sexos. Katerin tiene el gesto absolutamente serio. No se inmuta con los halagos ni con las fotografías. Pero cuando Arturo y María le regalan un muñeco, su boca forma una leve sonrisa.

En esa misma cama se recuperará un día después  Flavia, una adolescente de 14 años. “Me van a cortar un pie”, dice  sonriendo ligeramente.  Es de Jalapa. También nació con los pies zambos. Fue operada de pequeña pero no quedó bien.

El tobillo comenzó a inflamarse y a adquirir un patrón similar a una elefantiasis (tumefacción exagerada de la pierna) y una brigada americana le practicó una biopsia para ver si estaba afectada por la tuberculosis. “La incisión se infectó y necrosó el hueso” dice César, “No se podía hacer otra cosa, de lo contrario en un futuro tendrían que amputarle la pierna”. Cuando se lo dijeron, Flavia lloró toda su desgracia de una vez.

Al día siguiente  ya lo había asumido y su rostro volvió a transmitir su habitual belleza y dulzura y en poco tiempo retomará una adolescencia que no había podido disfrutar hasta el momento.

Anestesia total

Loreto Costa, (Ocotal, Nicaragua).- De camino a Ocotal dejamos a Marta y a Puri en Quilalí, donde iban a trabajar una semana. El resto de la brigada se quedó en Wiwilí tres dìas más. Nosotros continuamos hasta la ciudad donde se había refugiado el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, el año pasado.

Durante dos horas le estuvimos preguntando a Lidia historias sobre la revolución sandinista. El país está actualmente dividido entre los que apoyan al presidente, Daniel Ortega (danielistas) los que son críticos con algunas de sus actuaciones y decisiones (sandinistas), y los que conforman la oposición (liberales). 

Llegamos al hospital de Ocotal a las ocho de la mañana del día siguiente. En la sala de espera ya estaba Yaosca con su hijo, “nuestro ahijado”, el bebé Asensio (mientras no tienen nombre los niños son registrados en el hospital con el apellido del padre).

Salió a las tres de la mañana de Wiwilí para que César valorara al niño. El traumatólogo de As Pontes le da una buena noticia a Yaosca, el bebé está bien, no tiene los pies zambos, están deformados por una postura durante el embarazo.

Por la consulta de traumatología pasaron numerosos pacientes como Sabina, una mujer de 49 años con una enfermedad neurológica muy agresiva que le afecta a la movilidad de las dos piernas. “Camino con la canilla (muleta) saltando con una pierna”, dice. Su problema no es muscular. César le da pastillas para que le alivien el dolor, no se puede hacer más por ella.

Después de pasar consulta los tres traumatólogos gallegos entraron en quirófano. El primer paciente era Neri Beltrán, de 22 años. Tuvo luxado un codo durante 9 meses, por un accidente de tráfico, algo inconcebible en España. También tuvieron que hacerle una traqueotomía, que lo dejó mudo.

La segunda operación fue a Isai, un niño de 12 años, de Murra. “Se rompiò el brazo al caer de una viga”, dice su madre con un tono de reproche tan familiar como el de cualquier madre gallega. Isai tiene unos ojos preciosos pero el gesto serio, como desconfiado. Estaba con sus abuelos en Jícaro para poder ir a la escuela.

Después de la operación, su madre comenta que el niño tenía miedo, creía que al dormirse iba a “amanecer muerto”. Puede ser un efecto secundario de la ketamina, sedante que se utiliza para anestesiar a los pacientes.

Estando en el quirófano, Juan, César y Arturo nos comentan los problemas de higiene y esterilización que han tenido. Una plaga de hormigas y falta de agua, suciedad, presencia de insectos….son algunas de las adversidades higiénicas que ha tenido que superar el personal sanitario gallego.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Revolucionados

Los pacientes se arremolinan esperando su turno en los pasillos
Loreto Costa, (Wiwili, Nicaragua).- La llegada de la brigada médica española revolucionó el centro de salud de Wiwilí. Los pasillos estaban abarrotados de gente, a pesar de que los médicos dicen que no avisaron de la llegada de las especialistas españolas para que no se colapsara el centro.

Pilar, la ginecóloga, atendió a 40 pacientes en una sola mañana, 110 personas pasaron por la consulta de oftalmología de Minuca y Fina, y Marta realizó 125 extracciones en un solo día, a pesar de tener que utilizar una silla común.

Pero además de enfermos, la asistencia de tanta gente al centro de salud atrajo también a personas que vieron la oportunidad de ganar unos pesos. Niñas que vendían rosquillas, mujeres que montaron un puesto con huevos, frijoles y comida casera, u otras que se trajeron hasta el asadero. El olor de la carne a la brasa se colaba a través de los cristales rotos de la consulta de odontología.

La estampa recordaba por momentos a un día de feria. Por los pasillos e incluso dentro de una consulta ginecológica nos encontramos con perros, buscando restos de comida. En la cola para oftalmología había una señora con una gallina. Y en el exterior de la entrada principal vimos un cerdo comiendo hierbecillas.

También nosotros llamamos la atención por andar con las cámaras de fotos y video, por “chelas” (blanquitos de piel) y por tener el cabello rubio. Cintia, la chiquilla encargada del ciber, me preguntó si me teñía el pelo. Al decirle que no, afirmó “pero los lunares si te los pintas”. Y mientras Miguel estaba grabando recursos, una niña que lo observaba se acercó a Miguel y le dijo ¿“Vas a ganar un Óscar”?

Igual que nosotros resultamos curiosos para ellos, a nosotros nos llaman la atención casos poco habituales en nuestra realidad diaria. “Fui baleado en los sentidos y desde aquella veo mal”, dice un hombre de 45 años al que le entró una bala en la sien durante la guerra. “¿Lo cogieron en una balasera?” lo interroga Fina utilizando vocabulario local en lugar de fuego cruzado. “¿Fue la contra?”, añade.“No, de la contra era yo. Fue el ejército sandinista”, contesta el hombre. La oftalmóloga coruñesa diagnostica que la bala debió dañar alguna terminación nerviosa y eso le provocó un dolor residual.

El otro caso era el de un chico joven, de 22 años, que recibió una puñalada en la ceja y otra en el pulmón. “Quería ver la posibilidad que tengo de recuperar la visión”, le dice a Minuca. Tenía el párpado caído y no veía nada. El ojo no se le movía. Lo habían agredido hacía un año al intentar robarle en casa. No lo denunció porque “pasaría como mucho 3 meses en la cárcel y cuando saliera sería enemigo de uno”.

Entrevista con Luis Carlos López, médico de asuntos sociales

Loreto Costa, (Wiwili, Nicaragua).- Luis Carlos López es médico de asuntos sociales, como le llaman a las prácticas, en el centro de salud de WiWilí. Está en el último año de estudios y a  pesar de tener solo  24 años ya ha visto muchas cosas. No rehúye ninguna pregunta. Su testimonio es claro y conciso. Ayer atendió dos partos en un día.



miércoles, 10 de noviembre de 2010

Sin nombre

Loreto Costa, (Wiwili, Nicaragua).- Muchos niños nacen Wiwilí sin nombre. Pueden pasar incluso semanas sin el. “Aún no le encontré uno bonito” dice una mujer que ha dado a luz esta misma mañana.

En Nicaragua suelen poner dos nombres. Muchos están sacados de la Biblia. Otros son inventados, utilizando fragmentos de los nombres de los padres, por ejemplo. Lo curioso es la cara que ponen cuando les digo el mío. “¿Loreto?, que nombre más raro”, me han dicho ya varias personas.

Desde que llegamos a Nicaragua, Miguel y yo tenemos ilusión por asistir a un parto. Vemos tantas embarazadas a diario esperando en la sala de ginecología… Pilar nos comenta que es bastante probable. Ella ya ayudó a nacer a un bebé en Jícaro el año pasado.

En Murra, durante la semana que estuvimos allí nacieron cuatro bebés. El segundo día en Wiwilí, dio a luz una mujer en el centro de salud por la mañana. Al enterarme le pedí al doctor López, a Ramón y a todas las enfermeras que vi que, por favor, nos avisaran si otra mujer se ponía de parto.

Ramón me buscó sobre las cuatro de la tarde. Había llegado Yaosca, una niña de 19 años, con dolores y 3 centímetros de dilatación. Llegó caminando durante una hora desde Quebrada de Agua con su suegra y su marido Ariel, de 23 años. Estudia cuarto de bachiller. Cuando la atiende el médico, le pide una constancia (justificante) para no perder el curso.

Luis, el doctor López, nos dice que la hora probable del parto es las 10 u 11 de la noche. Seguimos trabajando, pero pendientes también de la chica. Pilar y Mónica entraron en la sala de partos, para ayudar, sobre las ocho de la tarde. Fuera, Miguel esperaba fumando nervioso. “Parezco un padre primerizo…”, comenta riendo. El verdadero padre pasó por el centro unos minutos a preguntar y volvió a desaparecer.


Una hora más tarde Ramón viene corriendo a buscarlo. Aquí, obviamente, no hay ni epidural, pero Yaosca apenas dijo nada. El dolor se sentía a través de su rostro contraído, peo no se quejó en ningún momento. Ni antes ni durante el parto. El alumbramiento fue bastante rápido.

Mirando por el visor de su cámara, Miguel contenía la respiración durante los segundos que pasaron desde que el bebé nació y rompió a llorar. La emoción que flotaba en el ambiente se te metía en los poros de la piel. El rostro de la mamá se volvió aún más hermoso al recibir en sus brazos a su primer hijo.

De traslado


Loreto Costa, (Wiwili, Nicaragua).- El viaje de Ocotal a Wiwilí fue largo y  tortuoso por el mal estado de la carretera, una pista de tierra y piedras. Nos llevó cuatro horas y media recorrer en coche 123 kilómetros. Viajamos en dos ambulancias. En una iban, con todo el equipaje y material sanitario, Mónica, la coordinadora, y Miguel, para grabar la otra ambulancia en la que íbamos las demás.

A medio camino, más o menos, dan aviso de una emergencia. Hay que trasladar, desde Quilalil  al hospital de Ocotal, a un niño con neumonía y necesitan la ambulancia.

Mientras Mónica y Miguel esperan en el centro de salud del pueblo con todo el equipaje que hubo que descargar del vehículo, nosotras 7 continuamos camino de Wiwilí.

Durante el trayecto anocheció y percibimos con claridad el peligro que corren las personas que van caminando por el margen de la carretera completamente a oscuras. Algunos portan una pequeña linterna. Los menos.


Pero más sorprendente fue lo que les pasó a Mónica y a Miguel. En el medio y medio de la calzada se encontraron a un hombre ebrio durmiendo. El conductor no paró. Simplemente lo esquivó. Poco después vieron un pollo, cruzando delante del coche. Entonces Elías paró, bajó y lo levantó por el cuello.

Ante la mirada atónita de los dos, el chófer se puso a conducir con una sola mano, mientras llevaba en la otra el pollo por fuera de la ventanilla para gastarles una broma a los españoles. Ante esa situación, Mónica y Miguel rompieron a reír a carcajadas y empezaron a bromear con el conductor. “Puede hacerse una rica sopa si quiere”, le dice a Miguel vacilón.

Llegamos a Wiwilí sobre las ocho y media de la tarde, cansadas y “mazadas” por los botes que pegaba el coche, pero conscientes de que eso no era nada comparado con los trayectos que tenían que hacer muchas personas para poder ser atendidas por especialistas gallegas.
 
A las nueve se fue la corriente y, con la tenue luz de un par de velas y linternas, esperamos por ellos hasta la una de la madrugada para ayudarles a descargar las maletas. Al día siguiente tampoco había energía eléctrica por lo que no se pudieron hacer ecografías, por ejemplo.

En Wiwilí hay actualmente 235 embarazadas. La gran mayoría de ellas nunca se ha hecho un ultrasonido, como le llaman aquí, a pesar de haber parido ya cinco o seis hijos. Teresa Falcón es una de ellas. Tiene 25 años y está embarazada de su sexto hijo. “Tengo 5 varones y me gustaría una hembra”, me dice mientras le hacen una ecografía. Sin embargo, la prueba revela que trae otro niño.
 
También viene a hacerse una ecografía Ángela. Llegó en bote junto con otras 14 embarazadas, procedentes de comunidades muy alejadas, que hasta ahora habían parido siempre en casa. Salió de su casa a las tres de la mañana, y después de caminar tres horas para llegar al río, montó en la lancha ambulancia.

Llegaron a las ocho y media de la mañana a la playa del río, donde las recogieron en coche para trasladarlas al centro de salud, donde están trabajando las especialistas españolas.

Sin embargo, poco a poco estos casos de multiparidad van disminuyendo. Al hablar en la sala de espera con algunas mujeres comprobamos que está bastante extendida la planificación familiar. Muchas tienen solo un hijo o dos y no se plantean tener  más por el momento. “Las mujeres ya no quieren hacer chavales. Están negadas”, comenta un hombre en el hospedaje donde nos alojamos.

martes, 9 de noviembre de 2010

TESTIGO DIRECTO: Mejor sola que mal acompañada

Loreto Costa, (Murra, Nicaragua).- Colindre tiene 73 años y 9 hijos. Su historia es un claro ejemplo de la vida que llevan las mujeres nicaragüenses en las comunidades rurales como Murra.

Colindre tuvo un marido y un conviviente. Su primer marido le pegaba “desde el mismo momento que salimos de la iglesia”, dice. Después convivió con otro hombre que la trató bien hasta que le fue infiel con otra.

Ella sola sacó adelante a sus hijos, haciendo de madre y de padre a la vez. Ahora, en su pulpería (tiendecita similar a un ultramarinos) nos cuenta su relato vital.

Vivir en penumbra

Loreto Costa, (Murra, Nicaragua).- Esmérita tiene 67 años y nunca había ido al oculista. Vive en Piedras Blancas y hoy acude al centro de salud de Murra aprovechando la visita de la brigada médica española. Hace dos años que sufre Pterigium en los dos ojos. Se trata de una acumulación del tejido conjuntivo que crece e invade la córnea llegando hasta el centro del ojo o incluso superándolo.

La pérdida de visión que provoca puede llegar hasta el 90%. Es muy frecuente en Nicaragua por la exposición directa y prolongada al sol, trabajando en el campo. De hecho, el 40% de los pacientes atendidos por las oftalmólogas gallegas tenía Pterigium, (carnosidad, la llaman aquí).

Esmérita acude a la consulta acompañada de su hijo Víctor, de cuarenta años, que padece la misma patología. “Hace un tiempo que veo turbio”, dice la mujer, y añade “Ya no puedo costurar, me molesta mucho la luz, el resplandor. Y también me da  quemazón cuando trabajo en el campo, plantando frijolitos y cafecito”. Le dan unas gafas para la presbicia, es decir, para ver mejor de cerca y deciden operarla primero a ella y después a su hijo.

No hay quirófano así que Fina, la voluntaria más veterana del grupo, ayudada por Teruca, enfermera que se estrenaba tanto en el terreno como en una  intervención oftalmológica, realizan la intervención en una habitación corriente. Un pequeño cuarto amueblado únicamente con una camilla y una mesa. Mientras, Minuca continúa pasando consulta con el apoyo de Mónica.

Durante los 20 minutos que dura la intervención, Esmérita, aunque está nerviosa, se mantuvo prácticamente inmóvil. Le operan solo un ojo, para que pueda ver para volver a casa (andando le lleva una hora) y también durante el postoperatorio.

Para distraerla y ayudarla a relajarse, la oftalmóloga empieza a hacerle preguntas sobre su vida. La primera, un clásico “¿tiene conviviente?”. A Fina le encanta esa palabra. Por su experiencia de tantos años y por la religiosidad que impera en esta sociedad, la coruñesa le pregunta a la anciana si está rezando. Esmérita dice que sí, al Santísimo, Dios Todopoderoso. “Pues rece también por nosotras de paso, para que todo salga bien”, dice con retranca Fina. “Es que tengo que estar muy agradecida a Dios”, añade la mujer. “Si todo va bien fue cosa de Dios, si sale mal, fue culpa del cirujano. Como me dijo una vez una paciente. Ai!, é que Dios non ten mans” nos dice a nosotros riendo la gallega.

Mientras Esmérita se incorpora, Fina continúa interrogándola, para ayudarnos también  a conseguir información para el reportaje audiovisual que estamos haciendo. La anciana resume su vida en pocas palabras. “Tuve marido hasta que se hizo de otra. Fui dejada con los 4 niños bien chiquitos. Tuve que sacarlos adelante yo sola, con mucho sacrificio”.

La segunda patología oftalmológica más frecuente son los traumatismos oculares. La tercera, defectos de refracción. Gente que necesita gafas porque ve mal de cerca y eso les dificulta realizar su trabajo habitual. Es común aquí por el envejecimiento prematuro de la población, igual que las cataratas.

La gente que vive en estas comunidades rurales no tiene dinero para comprarse gafas. Además tampoco es un artículo de primera necesidad. Minuca nos cuenta “el primer año traíamos monturas y les dábamos a los pacientes la receta para que pasaran por la óptica a recoger los vidrios”. Su precio era de 503 córdobas (18 euros). Antes de volver a España las oftalmólogas pasaron por la tienda para saber cuantos habían ido a buscar las gafas y se encontraron con que ni uno solo lo había hecho.

Todo lo contrario que Arling. El pequeño, de 10 años no se quita las gafas ni un segundo. Lo conocimos en el centro de salud. Después lo encontramos en la escuela y luego venía a hacernos visitas al ambulatorio.

Nos hicimos amigos y, como le gustaba leer, el último día, por la tarde, Miguel le regaló el libro que se había llevado al viaje, Tuareg.  Por la noche regresábamos a Ocotal. Arling vino a despedirnos. Dijo que no nos iba a olvidar. Después, se acercó a Caruncho y con su dulce sonrisa le contó que ya se había leído dos páginas

lunes, 8 de noviembre de 2010

Entrevista a Fina - Oftalmóloga de Solidariedade Galega en Nicaragua

Fina Pombo es oftalmóloga en el Chuac (Centro Hospitalario Universitario de A Coruña). Lleva 12 años colaborando como voluntaria, dedicando sus vacaciones a pasar consulta en las comunidades más desfavorecidas de Hondura, Perú y Nicaragua. Actualmente tambien están en la ONG Solidariedade Galega su marido Antón y su hija Antía.


domingo, 7 de noviembre de 2010

Contigo y con otra


Loreto Costa, (Murra, Nicaragua).- "Queda muy largo". Así me respondían las mujeres de Rosario, comunidad a  28 kilómetros de  Murra, cuando les preguntaba de donde venían. Para poder ser atendidas por las doctoras gallegas sus habitantes deben viajar en camión (habilitado como un autobús), a caballo o ir caminando.

Tres horas en camioneta, como le llaman, o 8 horas andando, es el tiempo que tardan en recorrer esa distancia. El vehículo sale de Rosario a las 5 de la mañana, a las 8 y a las 11. El último para regresar es a las 2 de la tarde, por eso muchos pacientes tienen que dormir en Murra alojados en casas de familiares, o conocidos, o en el propio centro de salud.

Mónica y Miguel se desplazaron hasta allí en ambulancia para ver las necesidades del pueblo, por si el año que viene pueden ir a prestarles atención sanitaria. Tardaron dos horas en ambulancia. El centro de salud de Rosario cuenta con una sala para ginecología, otra para urgencias y poco más. Hay un compartimento para la medicación, que hace las veces de farmacia y tiene un colchón en el suelo para que duerma el médico que esté de guardia. 

Al llegar Mónica y Miguel se encontraron a una mujer dándole de mamar a su bebé, enfermo de  neumonía, con un suero conectado. Llevaba 24 horas sentada en una silla y, de momento, no pensaban trasladarla.

Desde otra población lejana, San Gerónimo, viene Santos Marina Banegas, de 36 años. Cogió la camioneta de las seis de la mañana y llegó al centro de salud de Murra con su quinto hijo, de tan solo 45 días, a las 8. Le toca entrar en la consulta a las 2 de la tarde.

El papanicolau (citología) que se hizo en abril le salió alterado por lo que viene a hacerse otro de control. Pilar le explica que tiene una infección por el virus del papiloma humano, que se contrae por transmisión sexual y que al hombre no le afecta en nada pero en la mujer puede provocar cáncer de cuello uterino.

Santos responde negativamente cuando la ginecóloga le pregunta si ha tenido otras parejas anteriormente o si su marido, con el que lleva 20 años, ha estado con otras mujeres. Mientras le realiza el papanicolau Pilar le intenta hacer entender la gravedad en la que puede derivar esa infección si no se controla ni se trata.

Con mucha delicadeza, a través de otro tipo de preguntas, la especialista consigue que la paciente le proporcione un poco más de información. Con una mezcla de pudor, timidez y vergüenza (pena, le dicen aquí) Santos acaba reconociendo que igual su marido anda con otras, que ella no lo sabe. Como método anticonceptivo utiliza la inyección. “Eso solo evita el embarazo, pero no las enfermedades. Tiene que utilizar el preservativo porque la que sale perjudicada es usted”, le aconseja la ginecóloga de Lugo. La mujer no contesta y sale de la consulta. Se sienta en la sala de espera y cambia el pañal de su bebé, un trozo de tela sujeto con dos imperdibles.


Una tras otra las mujeres que pasan por la consulta van negando las infidelidades de sus maridos o "convivientes". Con mucha suavidad, Pilar va hablando con ellas para que se den cuenta de la realidad en la que viven. "Este virus no es como una planta que nace sola" o "si usted no estuvo con otro y el tampoco... ¿cómo nos explicamos esto?". Vilma Lago se apresura a decir que ella no. Tras una larga pausa Pilar continúa. "El es un poco mentiroso, ¿no?. ¿Se enfada cuando le lleva la contraria?"... y  Vilma, apretando los labios, baja la mirada y asiente.


Hablando con estas mujeres te das cuenta de el grado de sumisión que tienen ante el varón. La mayoría de los hombres tienen varios hijos con una mujer y a la vez tienen relaciones fuera de la pareja. Es frecuente además que en cualquier momento dejen a una por otra sin volver siquiera a visitar a sus vástagos.

Eso le ocurrió a Rita, una viejecita entrañable de 60 años, que no pasaba del metro cuarenta de estatura. Tuvo seis partos pero tres niños le murieron. A los otros los sacó adelante ella sola después de que su marido la dejara por otra. "Fui madre y padre a la vez", dice con un gesto que refleja lo dura que ha sido su vida.

Rita tiene prolapso uterino. Pilar le propone operarse dentro de 10 días en Quilalí, donde hay un quirófano. Entonces la mujer, con un hilillo de voz, dice que no puede ir porque es muy pobre y esa comunidad queda muy lejos de San Gregorio, la zona de montaña donde vive.

La anciana tuvo que quedarse a dormir en el centro de salud porque ya no había camión para regresar. A la mañana siguiente, Pilar, Marta y yo la fuimos a visitar para darle algo de ropa y unos córdobas (moneda nicaragüense) para que pueda pagar el transporte hasta Quilalí. Emocionada, Rita se deshacía en agradecimientos. Al despedirnos, el contacto de nuestras manos provocó, durante unos segundos, un sentimiento de unión difícil de explicar.

Esa misma noche oímos cantar entre risas a unos hombres que iban borrachos por la calle “cuatro meses contigo mi amor, cuatro meses con otra. Y los cuatro meses que quedan…. contigo, con otra y con otra”.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Alerta sanitaria

Loreto Costa, (Murra, Nicaragua).- Nicaragua es el segundo país más pobre de Latinoamérica. Actualmente está activa una alerta sanitaria a causa de un brote de leptospirosis, una enfermedad provocada por una bacteria que se encuentra en el orina de los animales, especialmente de las ratas. La infección leve puede provocar solo sintomatología leve falta de apetito, fiebre y/o vómitos.

La sintomatología en una primera fase  es similar a la de un resfriado común, a la de la malaria o a la fiebre amarilla. En una segunda fase, de mayor gravedad, provoca hemorragias intestinales, arritmia, insuficiencia cardiaca y renal. Y si no se trata, en casos extremos, los daños renales o cardiacos pueden provocar la muerte

En Nicaragua hay 16 departamentos (comarcas) afectados y 15 muertos. La población está recibiendo tratamiento preventivo a base de doxiciclina (dos comprimidos a la semana durante tres semanas) pero aún así, vemos situaciones  de riesgo como bañarse en ríos contaminados o falta de higiene personal y en el hogar, donde además de cohabitar con  ratas, mantienen contacto con animales domésticos como perros o cerdos sin preocuparse de lavarse después para evitar un posible contagio.

La falta de higiene suele acentuarse con la pobreza y en Nicaragua abundan ambas. Se han conseguido avances, sobre todo a través de la educación de los menores, pero, a pesar de los esfuerzos del personal sanitario para informar a la población sobre hábitos saludables, queda un largo camino que recorrer.

En localidades rurales como Murra se está realizando un gran trabajo en la erradicación de enfermedades importantes y endémicas de la zona. Se ha reducido el número de casos de malaria, muerte neonatal, brotes de lehismaniasis (similar a la malaria) convirtiendo la enfermedad crónica en edad avanzada en la principal causa de morbi-mortalidad.

Gracias a la planificación familiar se ha reducido considerablemente la mortalidad infantil. Por el contrario, ha aumentado la mortalidad por violencia con arma blanca o de fuego. La edad media de embarazo va de los 13 hasta 40 años, con un promedio de 4 a 6 hijos.

Entrevista a Dinora Monje, enfermera en el centro de salud de Murra


El equipo de AGARESO entrevista a Dinora Monje, una enfermera de obstetra, con 15 años de experiencia, que además lleva todo el trabajo administrativo del centro de salud de Murra. Empezó a colaborar a los quince años y después se fue a estudiar a Ocotal. Tiene 32 años y solo un hijo, de 12, que también colabora en la brigada juvenil. Entre ella y otras dos enfermeras prestan atención a 16.000 personas.


FOTONOTICIA: En el vientre de la bestia

La brigada médica de Solidariedade Galega en Nicaragua no trabaja solo en las zonas rurales de Nueva Segovia. Otro grupo, compuesto por un urólogo, un intensivista, dos fisioterapeutas, una enfermera y un otorrino se desplazaron a la costa para tratar a los pescadores de la zona.

Fotografía: Eduardo Castro
Las cosas se ven bastante claras una vez que te instauras en el vientre de la bestia y te serenas. En realidad no se está tan mal ahí adentro si puedes pensar que alguien te espera a la salida; de no ser así, me imagino que lo mismo debe dar descender otros diez metros hasta la profundidad prohibida y que reviente todo, ...ya lo dijo el poeta chileno...(no, no es Neruda)

Y tú también te irás, hermana mía.
 Condenado a vivir sin compañera
 he de perder hasta la pena un día
 para acechar cual triste penitente
 a través de mi pálida vidriera
 el último milagro de la muerte.

                             Eduardo

viernes, 5 de noviembre de 2010

Mi cuerpo es tuyo


Loreto Costa, (Murra, Nicaragua).- Apenas hay sitios libres en la sala de espera de ginecología. Decenas de mujeres de rostros curtidos por el sol, en los que puede leerse en cada arruga la dureza de sus vidas.

En un solo día Pilar ha atendido a 59 pacientes con todo tipo de patologías y realización de pruebas diagnósticas como legrados, ecografías, citologías, biopsias de cérvix… cuando en España lo habitual es realizar un máximo de 30 consultas en las que no se practican ese tipo de intervenciones. Suelen ser primeras citas e informar de pruebas anteriores.

La mayoría de las mujeres parecen tener más edad de la que realmente tienen. Predomina el matriarcado, la mujer es la que lleva el peso de la familia. El hombre va y viene con total libertad. En muchos casos ni siquiera aporta dinero o recursos, sin embargo, tiene poder de decisión sobre el cuerpo de la mujer.

Los hombres consideran que las mujeres existen para servir y agradar a los varones hasta el punto que ellos deciden qué es lo que ellas pueden o no hacer. Les quitan autonomía y capacidad. En definitiva, les arrebatan sus derechos.

Paula Francisca tiene 33 años,  cinco hijos y espera el sexto, una niña que viene de nalgas según revela la ecografía que le hace Pilar. No quiere tener más, pero su marido no quiere que se haga una ligadura de trompas. De usar preservativo tampoco quiere ni oír hablar, nos dice Paula.

Con 30 años Marta Nidia tiene 7 hijos. Ha venido al centro de salud caminando durante dos horas, al lado de su marido, montado a caballo con la menor de sus hijas de tan solo un año. El resto de sus hijos se quedaron en casa solos, a cargo de la mayor, de 13 años. Dice que su marido quiere tener más hijos porque es evangelista. “Yo no deseo estar pariendo todo el tiempo pero me da miedo la operación”, dice en voz baja.

Al hablar de casos así, Dinara, enfermera obstetra comenta espontáneamente “el pastor y su mujer planifican (toman medidas anticonceptivas) pero no dejan que su rebaño planifique”.

Aunque no es habitual, hay mujeres jóvenes que se han hecho la ligadura de trompas, como Xiomara, de 25 años, aunque eso sí, después de tener cinco hijos. El primero lo tuvo a los 15 años. La última es una niña de 8 meses, que juega en el pasillo. Tras ese parto decidió operarse, de acuerdo con su marido, dice.

En Murra descubrimos que las niñas se inician en las relaciones sexuales con 13 años, edad a la que además, muchas quedan embarazadas. También hay casos de violencia sexual, incluso dentro de la propia unidad familiar.

El Estado y la Iglesia también han determinado políticas para controlar el cuerpo de las mujeres. Hace un año que se ha prohibido la interrupción del embarazo, aún cuando éste pone en riesgo la salud y la vida de la mujer.

Este cartel está en la casa de maternidad, donde se alojan las mujeres embarazadas las últimas semanas antes del parto. No es necesario decir más.