Loreto Costa, (Wiwili, Nicaragua).- Muchos niños nacen Wiwilí sin nombre. Pueden pasar incluso semanas sin el. “Aún no le encontré uno bonito” dice una mujer que ha dado a luz esta misma mañana.
En Nicaragua suelen poner dos nombres. Muchos están sacados de la Biblia. Otros son inventados, utilizando fragmentos de los nombres de los padres, por ejemplo. Lo curioso es la cara que ponen cuando les digo el mío. “¿Loreto?, que nombre más raro”, me han dicho ya varias personas.
Desde que llegamos a Nicaragua, Miguel y yo tenemos ilusión por asistir a un parto. Vemos tantas embarazadas a diario esperando en la sala de ginecología… Pilar nos comenta que es bastante probable. Ella ya ayudó a nacer a un bebé en Jícaro el año pasado.
En Murra, durante la semana que estuvimos allí nacieron cuatro bebés. El segundo día en Wiwilí, dio a luz una mujer en el centro de salud por la mañana. Al enterarme le pedí al doctor López, a Ramón y a todas las enfermeras que vi que, por favor, nos avisaran si otra mujer se ponía de parto.
Ramón me buscó sobre las cuatro de la tarde. Había llegado Yaosca, una niña de 19 años, con dolores y 3 centímetros de dilatación. Llegó caminando durante una hora desde Quebrada de Agua con su suegra y su marido Ariel, de 23 años. Estudia cuarto de bachiller. Cuando la atiende el médico, le pide una constancia (justificante) para no perder el curso.
Luis, el doctor López, nos dice que la hora probable del parto es las 10 u 11 de la noche. Seguimos trabajando, pero pendientes también de la chica. Pilar y Mónica entraron en la sala de partos, para ayudar, sobre las ocho de la tarde. Fuera, Miguel esperaba fumando nervioso. “Parezco un padre primerizo…”, comenta riendo. El verdadero padre pasó por el centro unos minutos a preguntar y volvió a desaparecer.
Una hora más tarde Ramón viene corriendo a buscarlo. Aquí, obviamente, no hay ni epidural, pero Yaosca apenas dijo nada. El dolor se sentía a través de su rostro contraído, peo no se quejó en ningún momento. Ni antes ni durante el parto. El alumbramiento fue bastante rápido.
Mirando por el visor de su cámara, Miguel contenía la respiración durante los segundos que pasaron desde que el bebé nació y rompió a llorar. La emoción que flotaba en el ambiente se te metía en los poros de la piel. El rostro de la mamá se volvió aún más hermoso al recibir en sus brazos a su primer hijo.
Me parece que he vivido este parto a través de los ojos de Miguel y las letras de Loreto. Gracias por transmnitirnos esta experiencia que para vosotros seguro que será inolvidable y por hacer del periodismo una profesión tan humana en los tiempos deshumanizados que corren.
ResponderEliminarSe os ve tan felices con ese niño en brazos... Qué suerte ha tenido de ser reciido en este mundo por dos personas tan maravillosas acompañanando a su mamá.
Natalia
Acostumbrados como estamos a visibilizar temáticas complejas, este post es un respiro de alegría, un rayito de luz, una pincelada amable en la rudeza del día a día. Enhorabuena chicos!!!
ResponderEliminarRocío
¡Qué pasada de post! He disfrutado muchísimo leyéndolo. Vuestro trabajo es magnífico. Millones de felicidades.
ResponderEliminarAhí va un abrazo de ánimo.
Luisa.
Que bonito!!!! Me ha encantado este post!! Una experiencia única, sin duda. La emoción del momento se percibe en vuestras palabras. De la foto, ya no digo nada, bueno sí: GENIAL!!!
ResponderEliminarBesos desde Barcelona.
Eva
Ola! Que mellor que este post para descubrir o blog! Que xenial! Pedazo madriña/padriño!
ResponderEliminarDá gusto lervos e vervos...saúde!
Carme.
Chicos!!!! Fantástico trabajo el que estais haciendo en Nicaragua... Me encanta, qué gustazo leer vuestros post/fotos y veros así de ilusionados... un placer!!!!
ResponderEliminarBikos a millóns!!!!!
Ana
El no va mas, parece que por muchos post que lea nunca dejan de llegar sorpresas, y esta es de las mejores.
ResponderEliminarGracias por este Diario de a bordo.
Roberto.