Loreto Costa, (Ocotal, Nicaragua).- De camino a Ocotal dejamos a Marta y a Puri en Quilalí, donde iban a trabajar una semana. El resto de la brigada se quedó en Wiwilí tres dìas más. Nosotros continuamos hasta la ciudad donde se había refugiado el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, el año pasado.
Durante dos horas le estuvimos preguntando a Lidia historias sobre la revolución sandinista. El país está actualmente dividido entre los que apoyan al presidente, Daniel Ortega (danielistas) los que son críticos con algunas de sus actuaciones y decisiones (sandinistas), y los que conforman la oposición (liberales).
Durante dos horas le estuvimos preguntando a Lidia historias sobre la revolución sandinista. El país está actualmente dividido entre los que apoyan al presidente, Daniel Ortega (danielistas) los que son críticos con algunas de sus actuaciones y decisiones (sandinistas), y los que conforman la oposición (liberales).
Llegamos al hospital de Ocotal a las ocho de la mañana del día siguiente. En la sala de espera ya estaba Yaosca con su hijo, “nuestro ahijado”, el bebé Asensio (mientras no tienen nombre los niños son registrados en el hospital con el apellido del padre).
Salió a las tres de la mañana de Wiwilí para que César valorara al niño. El traumatólogo de As Pontes le da una buena noticia a Yaosca, el bebé está bien, no tiene los pies zambos, están deformados por una postura durante el embarazo.
Por la consulta de traumatología pasaron numerosos pacientes como Sabina, una mujer de 49 años con una enfermedad neurológica muy agresiva que le afecta a la movilidad de las dos piernas. “Camino con la canilla (muleta) saltando con una pierna”, dice. Su problema no es muscular. César le da pastillas para que le alivien el dolor, no se puede hacer más por ella.
Después de pasar consulta los tres traumatólogos gallegos entraron en quirófano. El primer paciente era Neri Beltrán, de 22 años. Tuvo luxado un codo durante 9 meses, por un accidente de tráfico, algo inconcebible en España. También tuvieron que hacerle una traqueotomía, que lo dejó mudo.
La segunda operación fue a Isai, un niño de 12 años, de Murra. “Se rompiò el brazo al caer de una viga”, dice su madre con un tono de reproche tan familiar como el de cualquier madre gallega. Isai tiene unos ojos preciosos pero el gesto serio, como desconfiado. Estaba con sus abuelos en Jícaro para poder ir a la escuela.
Después de la operación, su madre comenta que el niño tenía miedo, creía que al dormirse iba a “amanecer muerto”. Puede ser un efecto secundario de la ketamina, sedante que se utiliza para anestesiar a los pacientes.
Estando en el quirófano, Juan, César y Arturo nos comentan los problemas de higiene y esterilización que han tenido. Una plaga de hormigas y falta de agua, suciedad, presencia de insectos….son algunas de las adversidades higiénicas que ha tenido que superar el personal sanitario gallego.
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