Loreto Costa, (Murra, Nicaragua).- Judith Sirias es la única dentista de Murra. Además de trabajar en el centro de salud tiene que desplazarse a las comunidades, equivalente a las aldeas gallegas más remotas de hace 50 años.
Dado que tiene que atender a una población de más de 16.000 personas solo puede dedicarse a las extracciones. Es un problema de tiempo, pero también de dinero ya que el material necesario para realizar empastes es muy caro y los medios prácticamente inexistentes.
Comenta que puede realizar hasta 50 extracciones en un día y cuando la jornada laboral se alarga en una comunidad tiene que quedarse a dormir allí por falta de medios de transporte o por la larga duración del trayecto. Su salario es de 9.000 córdobas (menos de 400 euros) y los gastos de desplazamiento y manutención corren por su cuenta.
Fotografía: Eduardo Castro |
Meilin Lago tiene 8 años y viene desde San Francisco caminando con su madre. Han tardado dos horas. Dice que su madre nunca ha ido al dentista. Con solo 26 años ya tiene dentadura postiza.
Ante la “avalancha” de pacientes que quieren aprovechar la visita de la brigada médica española para ser tratados, Judith ayuda a Marta, odontóloga y a Puri, auxiliar de enfermería. Mientras la luguesa empasta, la nicaragüense extrae.
Realizar ese trabajo conjunto no ha sido fácil. Fue necesario tirar de imaginación para conseguir que el instrumental del sillón funcionase. Botellas de agua vacías, cinta aislante, la colaboración de una chiquilla que mantuviera pulsado un botón o metros y metros de cable tirados son algunos de los recursos empleados para realizar las revisiones y los empastes.
Ir al dentista no es agradable para muchas personas en España, pero aquí están encantados de poder acudir a uno.
Hola chicos:
ResponderEliminarHabéis inugurado el blog con dos historias muy interesantes para hacernos reflexionar.
Mucho ánimo¡¡¡¡¡¡¡¡
Chus
Interesantísimos contenidos. ¡Ánimo!
ResponderEliminarLuisa