Loreto Costa, (Ocotal, Nicaragua).- La primera parada de la Brigada Médica de Solidariedade Galega que se desplazó a Nueva Segovia es Ocotal, una población de 40.000 habitantes. Allí permanecerán los tres traumatólogos y dos enfermeras de quirófano, mientras las otras especialistas se desplazarán por las comunidades rurales de Murra, Wiwilli y Quilalí.
Fotografía: Eduardo Castro |
En Ocotal, César, Arturo, Juan, María y Carmen trabajarán en el hospital, donde además de tener falta de medios, las medidas higiénicas brillan por su ausencia. "La primera vez que vine había perros comiendo por los pasillos” dice César, el traumatólogo más veterano de la expedición. Ahora ya no se ven esos animales pero se siguen produciendo situaciones de falta de higiene inconcebibles en España.
El personal de las otras tres especialidades médicas de la brigada, odontología, oftalmología y ginecología llega primero a Murra, población de 16.507 habitantes, a dos horas en coche de Ocotal.
La expectación que despierta la visita del personal médico es enorme ya que en este departamento, por ejemplo, no hay oftalmólogo y hay personas con problemas graves de visión que nunca han tenido una revisión ocular.
La consulta más cercana está en Managua, a 300 quilómetros, equivalente a ocho horas de autobús. Pero además del tiempo existe otra limitación, la falta de recursos económicos.
La expectación que despierta la visita del personal médico es enorme ya que en este departamento, por ejemplo, no hay oftalmólogo y hay personas con problemas graves de visión que nunca han tenido una revisión ocular.
La consulta más cercana está en Managua, a 300 quilómetros, equivalente a ocho horas de autobús. Pero además del tiempo existe otra limitación, la falta de recursos económicos.
Los pacientes acuden al centro de salud caminando durante horas, por unas pendientes interminables ya que se trata de una zona montañosa. Muchos tienen que hacer el camino de regreso de noche, por pistas de tierra sin iluminación, expuestos a mordeduras de serpientes venenosas, por lo que acuden al centro con una pequeña linterna.
En la sala donde pasan consulta Fina y Minuca, con la ayuda de Teruca, conocimos a personas como Anielka, una niña de 10 años con estrabismo y una hipermetropía de +10 dioptrías que provoca que prácticamente no vea de lejos y muy poco de cerca.Nerviosa, entra a la consulta, presa de una gran timidez. Apenas eleva la voz para decir si ve o no las letras de la pared cuando Minuca le pregunta. Mantiene el gesto serio en todo momento.
Sus problemas de visión comenzaron a los dos años pero al no haber sido atendida nunca por un especialista ahora ya no recuperará vista. A Anielka le gusta mucho leer y las oftalmólogas buscan entre los cientos de gafas que traen unas que le puedan valer para ver las letras un poquito mejor. Fina también le regala un libro y entonces, el rostro de Anielka se ilumina con una leve sonrisa.
Con tan pocas palabras y una imagen tan sencilla se puede decir tanto...
ResponderEliminarEstrella
Enhorabuena por captar tan bien el sentir de una niña que por haber nacido en un país con escasos recursos no puede dar rienda suelta a una afición que están perdiendo tantos niños que tienen todas las posibilidades del mundo para leer.
ResponderEliminarNatalia
Flipante la foto de la silla de ruedas!!!Un buen ejemplo de estética y narración en el mismo artículo. Seguid así chicos que ya tenéis un seguidor más.
ResponderEliminarAntonio