Gilma Méndez, directora del Centro Pipitos para niños con discapacidad, narra ante los micrófonos de AGARESO el trabajo que desempeñan en este centro, en el que atienden a menores que a menudo sufren la incomprensión de la sociedad nicaragüense.
Presentación del proyecto
Un equipo sanitario, formado por personal del CHUAC, centros de salud de primaria y especializada de A Coruña, Complexo Hospitalario Xeral – Calde de Lugo y Arquitecto Marside de Ferrol, proporciona asistencia sanitaria especializada quirúrgica, de consulta y formativa en los municipios de Murra, Quilalí , Wiwilí y Ocotal, en el departamento de Nueva Segovia (Nicaragua). Tres mil personas se ven beneficiadas por este proyecto sanitario de cooperación internacional con una década de experiencia.
Agareso y Solidaridade Galega visibilizan en este Diario de A Bordo la promoción de calidad sanitaria en este país centroaméricano.
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viernes, 5 de noviembre de 2010
Entrevista con Gilma Méndez, directora del Centro Pipitos
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discapacidad física,
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traumatología
Los Pipitos: un oasis en medio de la indiferencia
Loreto Costa, (Ocotal, Nicaragua).- Cristian tiene 3 años y la mirada más triste que he visto en Nicaragua. Está sentado en una silla, al lado de su madre, con las piernas inertes. Ella nos comenta que está esperando la valoración médica que le diga por qué su hijo no camina y si llegará a hacerlo algún día
César, uno de los traumatólogos de Solidariedade Galega, le pide que le enseñe la espalda, y al verla, diagnostica una espina bífida (un defecto de cierre de la columna vertebral). Además de no poder andar, la enfermedad provoca, entre otras cosas, falta de control de los esfínteres.
En España un niño con ese problema podría ser operado, aunque no mejoraría mucho su calidad de vida. Por su complejidad, su elevado coste y la corta esperanza de vida, la intervención en Nicaragua ni se plantea.
Cristian podría morir en unos meses de hidrocefalia (aumento de la presión intracraneal) o meningitis. La falta de medios, educación y sobre todo la pobreza en la que vive una gran parte de la población impide que puedan tener unas condiciones de habitabilidad mínimamente higiénicas.
A pesar de la gran ayuda que presta la brigada médica de Solidariedade Galega, la necesidad es tal que su enorme trabajo se queda pequeño. Pero incluso las situaciones más dramáticas, son asumidas sin caer en la impotencia.
El personal sanitario tiene que imponerse una especie de coraza para evitar que los casos tan duros que tratan a diario puedan afectarles psicológicamente. De lo contrario no podrían hacer su trabajo. El tiempo que viva, Cristian está condenado a una silla, que ni siquiera es de ruedas. Sin darse cuenta su rostro refleja esa cruda realidad.
A Cristian lo conocimos en Pipitos, un centro regional de rehabilitación y educación temprana para atender a niños con discapacidad. Lleva tan solo dos meses funcionando en Ocotal y en ese corto periodo de tiempo ya han realizado 540 atenciones a 130 niños. En el centro se trabajan cuatro áreas: estimulación temprana, fisioterapia, terapia del lenguaje y autonomía.
Allí conocimos también a Kati Milagro, de cinco años, con parálisis cerebral y a Ebert, de 18, con síndrome de down. Increíblemente, hasta su mayoría de edad, Ebert no ha sido sometido a estudio médico alguno ni ha recibido ningún tipo de estimulación. Es completamente dependiente, incapaz siquiera de vestirse solo.
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